domingo, 23 de marzo de 2008

La pequeña cajita de cristal

Había una vez una princesa de pies pequeños. No vivía en palacios de cristal, ni tenía vestidos tejidos en plata. Pero adoraba levantarse cada mañana escuchando el sonido de las olas del mar y contemplando la imagen de los niños correteando a su alrededor.
Su mayor tesoro era una pequeña cajita de cristal. Todos sus sueños y sentimientos estaban escritos en los pedacitos de papel amarillos que guardaba en su interior.
La princesa ocupaba sus mañanas jugando con los niños que alegres sonreían con su llegada. Las tardes las pasaba caminando y dibujando lugares que iba conociendo en sus largos paseos, o quizás lindos paisajes que aparecían en sus sueños. Y las noches... las noches estaban ocupadas por los sueños que poco a poco iban llenando la pequeña cajita de cristal.

¿Qué princesa no sueña?

No hay príncipes azules para las princesas sin palacios, tampoco hadas madrinas, ni madrastras, ni dragones. Tan solo duendes imaginarios, madres severas y cucarachas.
No importó nunca. La princesa era feliz con los “príncipes” amarillos, polvorientos, recién salidos del cuento, o intentando aún entrar.
La princesa, como ausente cuando baila, como ausente cuando ríe, simplemente sueña.

Y un día lluvioso, los pies resbalan, la cajita cae, se rompe. La princesa se duerme, de repente, sin aviso, sin tiempo para empezar a soñar.
Ahora todo empieza a importar, porque ya no hay príncipes que la besen, ni hadas que la encanten, ni dragones que la custodien.
Ahora los sueños se rompen, y lo único que queda es el dulce sonido de las voces de los niños que siguen correteando y esperando que la princesa vuelva con nuevas canciones, nuevos versos, y nuevos sueños.
Niños que esperan que la princesa vuelva a reír y a reconstruir aquella cajita llena de sueños y sentimientos.

viernes, 15 de febrero de 2008

Encerrada en una cajita de cristal

Me siento perdida dentro de un mundo desconocido, parece como si me hubiera dormido durante un largo tiempo y hubiera despertado de repente. No entiendo nada, todo es extraño a mi alrededor. Me esfuerzo en recordar, pero no encuentro qué es lo que hice mal. Estaba tan sumergida en mis propios sueños y en problemas tontos que realmente nunca me afectaron, que no me daba cuenta de lo que realmente es importante para mí. Creo que cerré los ojos para protegerme de cualquier cosa que pudiera hacerme daño. Inconscientemente sabía lo que estaba ocurriendo en cada momento, lo que pasa es que me daba miedo reconocerlo. Sabía que todo aquello me haría sufrir, así que intentaba engañarme a mí misma diciéndome que todo seguía igual.
Ahora que he despertado, siento como si estuviera encerrada en una cajita de cristal que se puede romper en cualquier momento. Lo veo marcharse y no puedo hacer nada, no sé lo que me pasa. Encerrada entre cuatro muros transparentes que me hacen sentir cerca y a la vez muy lejos de la realidad ¿de que me sirve ver lo que ocurre a mi alrededor si estoy atrapada entre cuatro paredes que no me dejan hacer nada?
Lo amo como nunca he amado a nadie, y seguramente jamás volveré a amar como lo amo a él. Sus caricias, sus besos, sus “te quiero”... todo en él es perfecto. Ahora que veo que estoy a punto de perderlo me paro a pensar, y realmente no entiendo cómo la gente puede decir “no sé si algún día podré encontrar a alguien que esté tan bueno como mi ex”. ¿Les supone eso realmente un problema? ¿Realmente es tan importante la apariencia física? Y si lo es ¿para qué sirve tener un novio con un cuerpo impresionante y una cara inolvidable? La única respuesta que le encuentro a todo esto es que se busca a alguien con estas características para chulear de novio delante de los demás, pero ¿realmente amas a esa persona? Yo creo que no, te esfuerzas tanto en buscar al chico “perfecto” que se te olvidan los sentimientos.
Dejadme deciros que mi problema es más grabe, no tiene que ver ni con el físico, ni con la forma de vestir, ni todas esas cosas que tienen muchas personas en la cabeza. Lo que yo digo es “no sé si algún día podré encontrar a alguien tan bueno, tan dulce..., que me ame y que me trate tan bien como él”. Ese si que es un problema, porque ¿de qué me sirve estar saliendo con el chico más guapo del mundo si no estoy a gusto a su lado? Cuando amas a alguien da igual lo que digan y piensen los demás, tú lo amas y ya está. No necesitas pasearte por sitios donde haya mucha gente para que los demás vean la buena compañía que tienes. Tú sabes que te acompaña la mejor persona del mundo, la persona que tú has elegido para ser feliz. Cuando estás enamorada de alguien dejas de pensar en todo y te dedicas solamente a los dos. Es increíble la sensación de estar completamente solos a pesar de estar rodeados por un montón de gente. Cuando lo leía en revistas o me lo contaban mis amigas no lo entendía, ahora sé que hay que vivirlo para comprender lo maravilloso que es amar y ser amada. Pero no es todo tan fácil como lo pinta la gente, todo es muy bonito mientras dura, pero... ¿y cuando se acaba? ¿o cuando te das cuenta de que ese chico al que tanto estabas esperando no es para ti? ¿qué pasa? Pues llega el bajón, y entonces es cuando toca esperar a que la tormenta se calme y todo vuelva a empezar.
Amores imposibles... sí, existen muchísimos. Por eso, permitidme daros un consejo a los que estéis leyendo todo esto, no dudéis en disfrutar de cada momento que vivís junto a esa persona tan especial como si fuese el último, nunca sabéis cuando terminará todo.